La paciencia de las pesadillas

In dubio pro occidendo

(Ante la duda ¡mata!)

Corría el verano del año de 1209 cuando las tropas de Arnaud Amalric, general de la Orden de Citeaux, pusieron sitio a la ciudad francesa de Breziers en su cruzada católica de exterminio contra los practicantes de la religión cátara. El obispo había ordenado a Amalric que pasara por las armas a doscientos veinte herejes que, según le constaba, vivían en la ciudad.

Cuando finalmente los soldados católicos irrumpen en Breziers encuentran tras las murallas a veinte mil asustados habitantes y se dirigen hacia su general para que les indique cómo distinguir a los doscientos veinte herejes entre el total de la población. Arnaud Amalric lo tiene claro:

Matadlos a todos; Dios ya reconocerá a los suyos.

Días más tarde escribiría al Papa:

Los nuestros, sin perdonar rango, sexo ni edad, han pasado por las armas a veinte mil personas. Tras una enorme matanza de enemigos, toda la ciudad ha sido saqueada y quemada: la venganza de Dios ha sido admirable”.

Ocho siglos justos han transcurrido desde entonces; ocho siglos durante los cuales se han conquistado continentes, se han detonado bombas atómicas, se ha pisado a la luna y las gentes se hablan con toda naturalidad a miles de kilómetros de distancia.

Pero poco o nada ha cambiado.

Nos lo recuerda un grupo de veintiséis soldados israelíes que, asqueados de sí mismos, de su ejército y de su gobierno, han decidido romper el silencio (que así se llama el documento que han firmado y hecho público) para denunciar los brutales crímenes que se sucedieron en la franja de Gaza el pasado invierno durante la operación Plomo Fundido en la que pereció un millar de civiles.

Les dejo algunos extractos:

Cita: Se impuso la ausencia total de reglas para el combate, lo que derivó en una libertad absoluta de muchos soldados para disparar a cualquier palestino, civil o no. Sin límites. No había límites. Todo el que hubiese respirando ahí era enemigo. Las órdenes en muchos casos fueron: «Entrad y disparad contra todo».

Cita: Las normas eran: dispara si te apetece

Cita: No había que tener ninguna consideración hacia los civiles, disparábamos a todo el que viésemos. Se nos repetía que las consideraciones humanitarias no tenían cabida: ´No dejéis que la moralidad sea un problema. Dejad las pesadillas para luego y ahora simplemente disparad.

Cita: Toda esa destrucción, todo ese fuego contra inocentes (…) era simplemente increíble Las instrucciones eran claras: si tienes dudas, mata.

Cita: Mejor disparar a un inocente que dudar en dar en el blanco enemigo.

Cita: En una guerra urbana cualquiera es enemigo. No hay inocentes

Cita: Antes de entrar en cualquier casa, era normal lanzar misiles, fuego de tanques y metralletas, granadas y luego disparar según íbamos entrando

Y así más o menos continúa el resto del documento.

Finalmente, algunos militares destacan, sorprendidos, el papel del Rabinato Militar. Y en concreto del departamento «Conciencia Judía para un Ejército Israelí Ganador», desde el que se inspiraba a las tropas con expresiones como: «No tengas compasión, Dios te protege y todo lo que haces está santificado«.

La verdad es que a estas alturas no sabemos si Dios será capaz de reconocer a alguna de sus criaturas. Lo que sí podríamos afirmar es lo difícil que resulta reconocer a Dios en algunos lugares. Desde Breizers a Gaza, ocho siglos después, gentes con un arma en la mano, un vacío en el corazón y ninguna duda en la cabeza.

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